¿Recuerdas cuando usábamos el móvil solamente para hacer llamadas o, como mucho, para mandar mensajes? Y ahora la voz es casi la utilidad menos recurrente, al menos entre los jóvenes.
Y es que, casi sin darnos cuenta, nuestros teléfonos móviles han pasado de ser un mero complemento (medianamente prescindible) a convertirse en el mejor de nuestros ordenadores, en nuestra primera herramienta comunicativa, en nuestra principal ventana al mundo y, en definitiva, en un dispositivo básico en nuestro día a día.
Los datos, desde luego, son palmarios. Si tenemos en cuenta que, según el estudio Somos Digitales de Ametic y Accenture, la penetración de smartphones en España era del 41% en 2011 y del 84% en 2013 (duplicando las cifras en apenas dos años), podemos hacernos una idea bastante clara de hasta qué punto nuestro país se encuentra en la primera línea de la conectividad entre los usuarios que disponen de un teléfono móvil.
Y el smartphone, claro, ya no (sólo) sirve para llamar: a diario recurrimos a él para consultar el correo, la agenda, publicar en redes sociales, buscar información, comprar de manera online, gestionar todo tipo de tareas… Un sinfín de utilidades que, en suma, lo convierten en nuestra herramienta básica y que ha creado una nueva figura de usuario: el llamado screenager.