Pacquiao vs Mayweather

La pelea del siglo

Paquiao vs Mayweather

¿Quién es quién?

Money vs. Pacman

La gran pelea que enfrentará a Floyd Mayweather y Manny Pacquiao está copando titulares en todo el mundo. Con unas cifras económicas despampanantes y seis años de intensas negociaciones previas, ha sido llamada la batalla del siglo. ¿Pero quiénes son estos dos púgiles?

Peleas como profesional 47 - 64
Derrotas como profesional 0 - 5
Victorias por K.O. 26 - 38
Peleas como amateur 90 - 64
22:00 PM
Las vegas// MGM Grand Garden
Espectadores16.000 espectadores Apuestas300 millones de dólares de bolsa EntradasLa entrada más barata cuesta 1.000 dólares

El MGM Arena (Las Vegas, Nevada, 1993) es un pabellón multiusos por el que han pasado grandes púgiles como Tyson, de la Hoya o Julio César Chávez. Se espera que el espectáculo, retransmitido a nivel mundial, mueva más de 1.000 millones de dólares, contando las entradas, las apuestas y los derechos publicitarios.

Historia de
una velada
millonaria

por Agustín Rivera

El periodismo y la afición necesitan de tópicos eficaces para arrastrar audiencia. Otra cumbre decisiva. Otro combate del siglo, la lucha entre hombre rico y hombre pobre. El déspota y chuleta frente al tipo tranquilo y modesto. Pacquiao y Mayweather no es el Ali-Frazier en The Thrilla in Manila (1975). Ni el Ali-Foreman con los gritos “Ali, bomaye” (Zaire, 1974). Por supuesto tampoco el Tyson-Holyfield de 1996. Y mucho menos se asemeja al primer gran combate del siglo (del XX) que enfrentó hace 105 años a Jack Johnson contra Jeffries, la “gran esperanza blanca”. Aquel duelo racista que retratara con impecable brillantez Jack London en New York Herald.

El duelo del sábado resucita el boxeo, ese deporte “al que nadie llama juego” (Manuel Alcántara dixit) que parecía un moribundo que no merecía fallecer de un KO fulminante. Floyd Mayweather, invicto, frente al filipino bajito y ambidiestro. El negro antipático, acaso uno de los mejores defensores de todos los tiempos, frente a un correoso y vivaz Manny Pacquiao, que lloró delante de las cámaras, junto a su mujer, tras la derrota frente al mexicano Márquez.

Pacquiao/Mayweather se ha convertido en un formidable negocio, el más lucrativo de la historia del boxeo. El duelo abarrota hoteles y dispara las apuestas ilegales. Esta orgía de dólares entre el olor a resina y la tensión y sangre de las doce cuerdas del ring.

El déspota y chuleta
frente al tipo
tranquilo y modesto

El espectáculo de estos aspirantes a la corona de los welter sucederá en el MGM Grand Garden Arena de Las Vegas, la ciudad de cartón piedra nacida de la nada. La urbe ficticia que matrimonia la pasión de los asaltos de leyenda. Es Nevada, el Estado que ya en 1910 reuniera en Reno el mítico Jeffries & Johnson, el primer campeón negro de los pesos pesados de la historia.

Mayweather sólo puede ganar. No ha perdido ni una sola vez, como Rocky Marciano, que se retiró sin haber perdido nunca, ni haber hecho ni un solo nulo. Mayweather cuenta sus duelos por victorias. Y se le afea que haya tardado tanto tiempo en enfrentarse al filipino. ¿Inseguridad? ¿Soberbia? Mayweather maneja las piernas como si fuera el Ali que derrotó por KO en 1965 a Sonny Liston en el Convention Center de Miami. Carece de la pegada de Tyson, pero aún conserva fuerzas para coquetear con Archie Moore, el campeón más viejo, el Matusalén del ring.

Todo en Mayweather viene precedido del exceso, la hipérbole. E inteligencia para leer el combate. Escanea las flaquezas de sus rivales. Mayweather se alía con las cuerdas, se defiende con el hombro izquierdo, mueve la cadera, provoca impaciencia en sus contrarios y ¡ahí va! un gancho de derecha que aniquila. Y va otro más. Y a la lona. Cuenta atrás. La rutina del que siempre vence. A los puntos o por KO. Pero siempre gana.

Pacquiao necesita golpear mucho y arriesgar para que el combate dure. “Mi simpatía está por el filipino. Mayweather presume de rico y menosprecia a los adversarios, es todo lo contrario de un deportista; reconozco que es un portentoso boxeador”, relata a El Confidencial Manuel Alcántara, quien escribió en las páginas de Marca las mejores crónicas del boxeo español del siglo XX. Aquella Edad de Oro de los sesenta y setenta.

Pacquiao necesita golpear mucho y arriesgar para que el combate dure

Alcántara, a sus 87 años, añora la juventud: “¡Quien tuviera 82!”, bromea el decano de los articulistas españoles en activo. Se acostará en la tarde del sábado. Y a las cuatro de la madrugada saltará de la cama para ver el combate en el salón de su casa de Rincón de la Victoria (Málaga). Ese tercer piso escoltado por su Olivetti desde donde se escucha la sinfonía pausada, hipnotizante, del oleaje del Mediterráneo sureño.

La pelea no sólo transcurre por la vía deportiva y del show business. El que se llevará más bolsa. El que consiga más audiencia. El que venza… Subyace una intrahistoria atractiva de estos dos genios de guantes de oro. La de Pacquiao consta de una vena de constante superación que la convierte en fascinante casi más por lo inverosímil.

Filipinas se vuelca en su ídolo; cristiano y político, congresista por su país. Vive como un cartujo y quiere ser presidente. Recluido en su perilla de chivo y ojo profundos y escurridizos, Pacquiao transmite pureza y sufrimiento. Es una suerte de boxeador harto de jirones en el alma de la extrema pobreza que sufrió en su infancia, como esos “hijos del monzón” que escribiera el reportero David Jiménez: Chuan el Invencible de Bangkok.

Mayweather no hubiera desentonado como actor secundario en El Lobo de Wall Street de Scorsese. Alguien que acompañaría en esas juergas infinitas a Jordan Belfort, el personaje interpretado por Leonardo Di Caprio. Floyd Mayweather comparte el nombre de pila de un boxeador histórico: el huidizo Floyd Patterson, retratado por Gay Talese, el gran escritor de este deporte junto a Norman Mailer. Pero este Floyd no es un excampeón de los pesos pesados que huye de su pasado como Patterson.

Mayweather quiere sentenciar a Pacquiao. Desea emular a Rocky Marciano, que le comparen con Joe Louis, con Ali. Con los gigantes. A Mayweather le queda este combate para convertir su fama en leyenda. Algo sólo al alcance de unos pocos privilegiados que fueron capaces de transformar la historia del boxeo mundial.

Filipinas se vuelca en su ídolo; cristiano, congresista por su país