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enezuela, 2015: el salario mínimo no da para hacer la compra de un mes para una familia de cinco. Tampoco para alquilar un piso -ni siquiera una habitación- en una zona clase media de la ciudad. Ni alcanza para comprarse un vestido y unos zapatos de Zara. Pero sí para llenar el depósito de gasolina de un coche más de 1.110 veces.

La locura (económica) de Venezuela

“Una botella pequeña de agua cuesta tres veces más que llenar el tanque full”. Es la tarjeta de presentación de esta economía, el mantra que se repite entre la gente y en los medios. “Es nuestro derecho, para algo somos país petrolero, algo debería dejarnos de beneficio”, es otro de pensamientos que reinan por todo el país, acostumbrado a la renta petrolera desde hace décadas. Especialmente en los últimos 15 años, coincidiendo con los gobiernos de Hugo Chávez y su sucesor, ha sido cuando este don de la tierra se ha manejado de modo adictivo, como una droga.

Y bajo el cómodo paraguas de vender el barril a 100 dólares. Ahora el panorama ha cambiado. A la hora de redactar este artículo, el barril ronda los 51 dólares. Pero ha llegado a estar a 39 dólares, muy por debajo de los 60 en los que el Gobierno basa su presupuesto anual para mantener, entre otras cosas, las misiones. Este conjunto de subsidios públicos van desde la entrega de casas -Gran Misión Vivienda Venezuela- hasta ayudas a los estudios para quien esté en las universidades bolivarianas. Y, por supuesto, para mantener bajo el precio de la gasolina. El 31 de diciembre, el presidente Nicolás Maduro anunció que se tomarían medidas ante la grave situación.

Ilustración: Raúl Arias

Pasaron 21 días hasta que finalmente especificó cuáles serían. Lejos de recortar el gasto público, aumentó la inversión en misiones y creó otras nuevas. También decretó el aumento del salario mínimo en un 15% para el 1 de febrero. Así, pasó de Bs 4.889 a Bs 5.622. Otro anuncio importante de Nicolás Maduro ante la Asamblea Nacional fue el debate sobre el aumento del precio de la gasolina. “No puede haber decisiones irresponsables, apresuradas o tecnocráticas. Claro que hace falta el ingreso”, dijo. No en vano, el subsidio a la gasolina supone cerca de 2.186 millones de dólares al año. Pero ni siquiera anunció el aumento, sino el debate del aumento, con más miedo que vergüenza y no sin respaldarse en las misiones para tomar su decisión: “Asumo toda la responsabilidad frente al país, asumo toda la crítica. Todos esos recursos vendrían a fortalecer las inversiones en hogares de la patria, en las misiones”.

La medida es impopular y de alto calado en el pueblo venezolano. La última vez que se aumentó el precio del combustible fue en 1996, en medio de una crisis económica y fiscal que tenía al país con una inflación de hasta tres dígitos. Pero la subida más preocupante fue la de 1989. El anuncio lo hizo Carlos Andrés Pérez en su segundo mandato (lo que se conoce como CAP II), con un paquete económico que incluía la liberación de los precios de muchos productos y servicios públicos. Originó protestas y revueltas, disturbios que se denominaron ‘El Caracazo’, del 27 de febrero al 8 de marzo. Hubo saqueos, muertos y numerosos desaparecidos. En 2015, la inflación no es de tres cifras, aunque se desconoce el dato real. La última vez que el Banco Central dio datos de inflación fue en septiembre y se situaba en un 63,4%. Aunque el bolsillo del consumidor puede hacer un cálculo rápido. En diciembre, un ticket para el autobús

público costaba 1,5 bolívares. Ahora cuesta 6. Distintos economistas calculan que la inflación de enero puede estar en torno al 70%. “Ni huelo la quincena”. El salario mínimo calculado en euros dependerá de la tasa de cambio que se aplique. Porque aquí está otra de las características de la economía venezolana: no hay cambio libre de divisas. En román paladino significa que si usted tiene dinero ahorrado en el banco, no puede ir libremente y pedir que se lo cambien de bolívares a dólares. Debe hacer una solicitud justificándolo con un viaje en el caso de personas naturales y con compras en el exterior en el caso de empresas, por ejemplo. Y dependiendo del importe le venderán esos dólares a un precio o a otro. Para alimentos y medicamentos el cambio es de Bs 6,50; otro cambio es a Bs 12 y otro a 49.

Esta restricción en el mercado de divisas ha generado un mercado negro en el que cada dólar se compra por 188 bolívares y cada euro a 213. Entonces, ¿cuánto es el salario mínimo en Venezuela? Según el cambio a 6.50 sería de 664 euros. Al cambio, en negro, queda en 23. Pies en la calle, la subida de 733 bolívares alcanza para comprar casi tres menús Big Mac. O para tres entradas de cine, con derecho a palomitas solo para una persona.

A la hora de llenar la despensa se entiende mejor la distorsión. La cesta alimentaria está conformada por 58 productos de consumo diario, se calcula para un mes y para cinco personas. Según el Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas), en diciembre de 2014 ascendía a 17.230,42 bolívares. Se requieren tres salarios mínimos actuales para poder cubrirla.

Y aún no se ha pagado luz, agua, vivienda, transporte y otros extras. “Llega la quincena y tengo que pagar ese poco ‘e plata (montón de dinero) y estirar aquí y allá. Ni veo lo que gano”, confiesa a El Confidencial Alexis, padre de familia residente en una zona popular de Caracas. Estados Unidos anunció este lunes que ha ampliado el número de restricciones de visados contra funcionarios del Gobierno venezolano a los que considera

“En la hora del almuerzo aprovecho y veo qué hay por la zona. Hoy me avisaron que llegaron las toallas sanitarias (compresas)”, cuenta Yamileth, de 27 años, en una cola. En Venezuela hay industria farmacéutica pero los principios activos para los medicamentos se compran fuera. Según fuentes del sector, desde 2014 el Gobierno no asigna divisas para importar. Así que también hay que hacer un recorrido para buscar medicamentos para la tiroides, anticonvulsivos o acetaminofén, similar al paracetamol. Otros productos de parafarmacia aparecen y desaparecen.

- “En la mía hace ya que no se come carne. Está a 500 bolos (bolívares) y pollo a precio regulado no hay”, interpela otra, morena, pero que comparte con la anterior el mismo gusto por la ropa apretada y de colores chillones. - “Pues yo me niego a moverme para comprar, si consigo bien. Si no, apaño ahí”, sentencia la teñida. Moverse por la ciudad para conseguir todo lo que uno quiere llevar a casa se ha convertido en el nuevo deporte nacional. El segundo, más relajado, es hacer cola cuando en un comercio “ha llegado algo”, que puede ser jabón, lejía o papel higiénico.

responsables de violaciones de derechos humanos. La sanción incluye por primera vez a personas señaladas por corrupción pública. La medida afecta a miembros en activo del ejecutivo de Maduro. Además de lidiar con la inflación y hacer malabares con el salario, los venezolanos deben realizar juegos de magia para conseguir algunos productos. Esta conversación se dio en un carrito por puesto -autobús urbano- en Caracas: - “En mi casa somos felices comiendo pan. Dentro le ponemos lo que se consiga”, dice un muchacho de 30 años, orondo.

A una economía con una inflación galopante, con un reducido salario mínimo, problemas de abastecimiento y altos niveles de incertidumbre, se le suma la cuasi muerte de su gallina de los huevos de oro, el petróleo. Nadie puede prever a ciencia cierta hasta dónde ni cuán dura será la caída, ni las consecuencias económicas y políticas. Ni las más imprevisibles, las sociales, en una población ya cansada de vivir en una cola para todo.

Uno de los productos más consumidos y buscados es la harina precocinada de maíz para hacer arepas, que es a Venezuela lo que la barra de pan a España. La empresa que abastece el 50% del mercado es Polar, cuya marca, Harina P.A.N., es considerada “la de toda la vida”. “Producimos al 100% de nuestra capacidad”, explicó Manuel Felipe Larrazábal, director de alimentos de la empresa, en rueda de prensa. Y señaló que si todas las empresas produjeran al cien por cien, el mercado estaría abastecido. “Nuestro inventario dura dos días”. Mientras se acusan los unos a los otros, la gincana para cazar productos, sigue. - “¿Y por qué hace cola para comprar más harina?” - “Porque no sé si mañana habrá”.

“Los preservativos llegaron hace tres días y ya no hay, se acabaron enseguida. Llegaron poquitos y hacía que no venía… ¿Lubricante? ¡Ni de broma!”, comenta un reponedor de una cadena de farmacias. La oposición acusa al Gobierno de no producir lo suficiente. “El problema de Venezuela es que no está produciendo nada y todo lo tiene que comprar afuera”, dijo el diputado de Primero Justicia, Julio Borges, ante las cámaras de Venevisión. El Gobierno acusa a los empresarios de hacer guerra económica contra el pueblo acaparando y escondiendo los productos “para inocular el terror”, según palabras de la Ministra de Comercio, Isabel Delgado en el Foro Guerra Económica organizado por el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).